La importancia de la resurrección
- bolfrangodoy
- 31 mar 2024
- 17 Min. de lectura
Esto solo es una entrada mínima y cierta información recopilada de varios libros, comentarios y fuentes extrabíblicas. Un estudio exhaustivo de la resurrección de Jesucristo no se puede exponer de manera resumida en la entrada de un blog. Por ello solo estamos enfatizando lo más importante para un lector, nuestra idea central es la importancia de la resurrección.
En palabras de Josh McDowell "La resurrección de Jesucristo es uno de los fraudes más perversos, malignos y crueles que se haya anidado en el corazón de los hombres, o es el hecho más fantástico de la historia".
Siempre me ha gustado la apologética, y desde luego la apologética no es el evangelio, pero puede preparar el terreno para la predicación del mismo. La apologética como defensa de la fe cristiana constituye una suerte de disciplina pre-evangelizadora capaz de alisar el camino hacia la creencia en Jesús como Hijo de Dios y Salvador del mundo. Pero hay muchos cristianos que viven en inseguridades acerca de su fe en Cristo Jesús, viven completamente parados en arenas movedizas; y no saben como enfrentar el mundo posmoderno que les rodea. Muchos creyentes se sienten inseguros cuando están en presencia de personas escépticas, y peor aún cuando estas interrogantes son acerca de la resurrección de Jesucristo. Solamente están a gusto entre cristianos que profesan su misma fe y valores. Esto se debe, en parte, a su poca preparación doctrinal o teológica. Tienen fe, pero no saben dar razones de la misma porque carecen de argumentos lógicos y de la capacidad de expresarlos claramente. Esta deficiencia es la que viene a suplir la apologética.
¿Pero qué tiene que ver la resurrección con la apologética? Esa es una excelente pregunta que deberíamos hacernos siempre, ya que la resurrección es un hecho o mejor dicho es el "hecho histórico trascendental" que marca un antes y un después en nuestra fe cristiana. Todas las religiones del mundo, excepto cuatro de ellas, están basadas en meras proposiciones filosóficas. De las cuatro que están basadas en personalidades mas bien que en un sistema filosófico, solamente el cristianismo reclama tener vacía la tumba de su fundador. Abraham, el padre del judaísmo, murió alrededor de 1900 A.C., pero jamás se ha hecho declaración de que resucitara.
Wilbur M. Smith dice: "Los relatos originales de Buda nunca le atribuyen una cosa semejante a la resurrección; en efecto, en los primeros relatos de su muerte, es decir, el Mahaparinibbana Sutta, leemos que cuando Buda murió, fue con esa muerte total en la que nada queda detrás". El profesor Childers dice: "No hay rastros en las escrituras Pali o en los comentarios, en ningún libro Pali, de que Sakya Muni haya existido después de su muerte o haya aparecido a sus discípulos. Mahoma murió el 8 de Junio de 632 D.C., a la edad de 61 años, en Medina, en donde su tumba es visitada anualmente por millares de devotos mahometanos. Todos los millones de judíos, budistas, y mahometanos convienen en que sus fundadores nunca se han levantado del polvo de la tierra en resurrección. Adolfo Harnack dice: "La posición que usted tenga respecto de la resurrección, en mi opinión ya no es teología cristiana. Para mí, el cristianismo permanece en pie o cae con la resurrección". Acabo de ponerte varias citas de eruditos y grandes historiadores, a lo largo de este blog encontraras más de ellas, no con el fin de convencerte amigo lector ni tampoco apelar a una falacia Ad verecundiam, sino para darte un pequeño camino o un destello de lo que es la resurrección. La importancia y la magnitud que un creyente debe tener acerca de la resurrección es la columna vertebral de su fe, la centralidad del Evangelio es Jesucristo. Si nosotros separamos a Jesucristo de la Biblia y su resurrección solo quedaría una filosofía más, una forma de pensamiento vertiginoso en nuestras vidas, un humanismo centrado en el hombre. Por ello debemos tener cuidado como creyentes a donde se fundamenta nuestra fe. Porque un creyente que no sepa dar razón de su fe a partir de la resurrección se encuentra en un gran abismo, en una senda muy oscura.
Entonces podemos entender varias aspectos de los Evangelios a partir de su resurrección. Si nuestros Señor Jesucristo dijo, frecuentemente en su palabra, con gran claridad y detalle, que después que él subiera a Jerusalén sería muerto, pero que en el tercer día se levantaría de la tumba, y está predicción resultó cierta, entonces siempre me ha parecido que todo lo demás que nuestro Señor dijo debe también ser cierto.
Si se preguntara cómo es que la resurrección de Cristo es una prueba de que era Hijo de Dios, podría responderse, primero, porque se levantó por su propio poder. Tenía poder para poner su vida, y tenía poder para volverla a tomar, Juan 10:18. Esto no es inconsistente con el hecho enseñado en tantos otros pasajes, de que fue levantado por el poder del Padre, porque lo que el Padre hace, el Hijo lo hace de igual manera; la creación, y todas las otras obras externas, son atribuidas indiferentemente al Padre, Hijo y Espíritu. Pero en segundo lugar, como Cristo había declarado abiertamente que él era el Hijo de Dios, su resurrección de entre los muertos era el sello de Dios a la verdad de esa declaración. Si él hubiese continuado bajo el poder de la muerte, habría sido un indicio de que Dios desaprobaba la reclamación que él había hecho de ser su Hijo; pero como lo levantó de los muertos, él lo reconoció públicamente; diciendo, "Mi Hijo eres tú, hoy lo declaro así'".
El primer sermón de Pedro
Asimismo, el sermón de Pedro en el día de Pentecostés está "total y enteramente basado sobre la resurrección". No es que la resurrección sea meramente su tema principal, sino que si esa doctrina fuese quitada, no quedaría doctrina. Por cuanto la resurrección se nos propone como (1) la explicación de la muerte de Jesús; (2) anticipada proféticamente como la experiencia mesiánica; (3) testificada apostólicamente; (4) la causa del derramamiento del Espíritu, resultando así en la explicación de fenómenos religiosos que de otro modo resultarían inexplicables; y (5) certificando la posición mesiánica y real de Jesús de Nazaret. De este modo, toda la serie de argumentos y de conclusiones depende para su estabilidad enteramente de la resurrección. Sin la resurrección, la posición mesiánica y real de Jesús no podría establecerse convincentemente. Sin ella, el nuevo derramamiento del Espíritu continuaría como un misterio inexplicable. Sin ella la substancia del testimonio apostólico habría desaparecido. Todo lo que quedaría de esta instrucción sería la exposición mesiánica del Salmo 16; y eso, únicamente como una experiencia futura de un Mesías que aun no había aparecido. La aprobación divina de Jesús, certificada por sus obras, permanecería también: pero aparentemente como una aprobación extendida únicamente a su vida; una vida que concluía como la de cualquier otro profeta a quién la nación se rehusaba a tolerar por más tiempo. De este modo, el primer sermón cristiano se halla fundamentado sobre la posición de Jesús como se halla determinada por su resurrección.
La firme confianza de los discípulos en Jesús tenía sus raíces en la confianza de que él no permanecía muerto, sino que había sido levantado por Dios. Que Cristo había resucitado fue tan seguro para ellos, en virtud de lo que habían experimentado en él, y ciertamente sólo después de haberle visto — como el hecho de su muerte, y llegó a ser el artículo principal de su predicación respecto de él. La fe en la resurrección es la misma piedra angular del arco de la fe cristiana, y cuando se le quita, inevitablemente todo se derrumba en ruinas.
La resurrección de Cristo ha sido siempre, categóricamente, el dogma central de la iglesia. Como lo pone Wilbur Smith: "Desde el primer día de su vida divinamente impartida, la Iglesia cristiana ha presentado de manera unida un testimonio de su fe en la resurrección de Cristo. Es lo que podemos llamar una de las grandes doctrinas fundamentales y convicciones de la iglesia, y penetra de tal modo la literatura del Nuevo Testamento, que si uno quitase todos los pasajes en los cuales se hace referencia a la resurrección, quedaría con una colección de escritos tan mutilados que sería imposible comprenderlos. La resurrección penetró íntimamente a la vida de los cristianos primitivos; el hecho de ella aparece en sus tumbas, y en los dibujos hallados en las paredes de las catacumbas; penetró profundamente en la himnología cristiana; llegó a ser uno de los temas más vitales de los grandes escritos apologéticos de los primeros cuatro siglos; fue el tema sobre el cual se apoyaba constantemente la predicación de los períodos ante-Niceno y post-Niceno. Penetró de una vez en la formulación del credo de la iglesia; se halla en nuestro Credo de los Apóstoles; está en todos los grandes credos que siguieron".
Toda la evidencia del Nuevo Testamento está encaminada a demostrar que el énfasis de las buenas noticias o evangelio no fue "Sigue a este Maestro y haz lo mejor que puedas, sino, Jesús y la resurrección". Uno no puede hacer a un lado eso del cristianismo sin alterar radicalmente su carácter y destruir su misma identidad. De este modo parece que desde el amanecer de su historia la iglesia cristiana no solamente hubiese creído en la resurrección de su Señor, sino que su creencia sobre el punto estuviese entretejida con su existencia entera. "La tumba vacía de Cristo ha sido la cuna de la Iglesia ..." W. J. Sparrow-Simpson dice: "Si la resurrección no es un hecho histórico, entonces el poder de la muerte permanece incólume, y con ello el efecto del pecado; y la significación de la muerte de Cristo permanece en incertidumbre, y por consiguiente los creyentes están todavía en sus pecados, precisamente donde se hallaban antes de oír el nombre de Jesús."
El cristianismo no sostiene la resurrección como una entre muchas doctrinas de su creencia. Sin fe en la resurrección no habría cristianismo en absoluto. La iglesia cristiana nunca habría comenzado; el movimiento de Jesús se habría apagado como un cohete húmedo junto con su ejecución. El cristianismo permanece en pie o cae con la verdad de la resurrección. En el momento en que uno la desaprueba, ha desechado el cristianismo. El cristianismo es una religión histórica. Afirma que Dios ha corrido el riesgo de involucrarse en la historia humana, y allí están los hechos para que uno los examine con el mayor rigor. Soportarán cualquier cantidad de investigación crítica.
John Locke, el famoso filósofo británico, dijo concerniente a la resurrección de Cristo: "La resurrección de nuestro Salvador... es verdaderamente de gran importancia en el cristianismo; tan grande es que el hecho de que él sea o no sea el Mesías permanece en pie o cae con él: de modo que estos dos importantes artículos son inseparables y en efecto son uno. Pues desde aquel tiempo, si se cree uno, se creen ambos; si se niega uno de ellos, no se puede creer en ninguno."
Como Philip Schaff, el historiador de la iglesia (History of the Christian Church) concluye: "La resurrección de Cristo es por tanto, enfáticamente, una interrogante de prueba sobre la cual depende la verdad o falsedad de la religión cristiana. Bien es el más grande milagro o el engaño más grande que registra la historia. Wilbur M. Smith, destacado erudito y maestro ("Scientists and the Resurrection," Christianity Today, 15 de Abril de 1957), dice: "Todavía no se ha forjado, y jamás se forjará... el arma que destruya la confianza racional en los registros históricos de este evento trascendental y preanunciado. La resurrección de Cristo es la verdadera ciudadela de la fe cristiana. Esta es la doctrina que en el primer siglo trastorno al mundo, que elevó al cristianismo preeminentemente sobre el judaísmo, y sobre las religiones paganas del mundo mediterráneo. Si se acepta esto, asimismo debe admitirse casi todo lo que es vital y característico en el Evangelio del Señor Jesucristo. "¡Si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana!".
1 Corintios. 15:17
RVR 1960
Y si Cristo no resucitó, vuestra fe es vana; aún estáis en vuestros pecados.
La resurrección de Cristo como un evento histórico de dimensión tiempo-espacio.
La resurrección de Cristo es un evento histórico en donde Dios actuó en una definida dimensión tiempo-espacio. En relación con esto, Wilbur Smith dice: "El significado de la resurrección es un asunto teológico, pero el hecho de la resurrección es asunto histórico; la naturaleza del cuerpo resucitado de Jesús puede que sea un misterio, pero el hecho de que el cuerpo desapareció de la tumba es un asunto que debe decidirse en base a evidencia histórica".
El lugar se halla geográficamente definido, el hombre que poseía la tumba era un hombre que vivía en la primera mitad del primer siglo; esa tumba estaba hecha de roca en la falda de un cerro cerca de Jerusalén, y no estaba compuesta de alguna mitológica tela de araña, o de polvo de nubes, sino que es algo que tiene significación geográfica. Los guardias apostados delante de aquella tumba no eran seres etéreos del Monte Olimpo; el Sanhedrín era un cuerpo de hombres que se reunía frecuentemente en Jerusalén. Tal como nos cuenta una gran cantidad de literatura, esta persona, Jesús, era un ser viviente, un hombre entre los hombres, aparte de todo lo demás que pudiera ser, y los discípulos que salieron a predicar al Señor resucitado eran hombres entre los hombres, hombres que comían, bebían, dormían, sufrían, trabajaban, y que murieron. ¿Dónde está lo doctrinal en relación con esto? Este es un problema histórico.
Ignacio (50 -115 D.C.), Obispo de Antioquía, natural de Siria, discípulo del apóstol Juan, se dice que fue lanzado a las bestias feroces en el Coliseo de Roma. Sus Epístolas fueron escritas durante su viaje desde Antioquía hasta el martirio, dice lo siguiente: Fue crucificado y murió bajo Poncio Pilato. En la realidad, y no solamente en apariencia, fue crucificado, y murió, ante la vista de los seres celestiales, terrenales y de debajo de la tierra. Volvió a levantarse a los tres días... En el día de la preparación, luego, a la hora tercera, recibió la sentencia de Pilato, permitiendo el Padre que eso sucediera; a la hora sexta fue crucificado; a la hora novena entregó el espíritu; y antes de la puesta del sol fue sepultado. Durante el sábado continuó bajo la tierra en la tumba en la que le había puesto José de Arimatea.
El fue llevado en la matriz, de la misma manera como nosotros, por el período acostumbrado de tiempo; y nació en verdad, como nacemos nosotros; y en realidad fue alimentado con leche, y participó de la carne y la bebida comunes, como nosotros lo hacemos. Y cuando había vivido entre los hombres durante treinta años, fue bautizado por Juan, en verdad y no en apariencia; y cuando había predicado el evangelio tres años, y hecho señales y maravillas, Aquél que era el Juez fue juzgado por los judíos, llamados falsamente de este modo, y por Pilato el gobernador; fue azotado, herido en la mejilla, escupido; llevó una corona de espinas y una túnica púrpura; fue condenado: fue crucificado en verdad, y no en apariencia, no en imaginación, no engañosamente. Murió de verdad, y fue sepultado, y se levantó de entre los muertos...
Hecho histórico establecido
El sepulcro vacío es ese testimonio silencioso de la resurrección de Cristo que jamás ha sido refutado. Los romanos y los judíos no pudieron presentar el cuerpo de Cristo o explicar dónde se hallaba, no obstante, rehusaron creer. No por causa de la insuficiencia de evidencia es que los hombres rechazan todavía la resurrección, sino a pesar de la suficiencia de ella. En esa tumba vacía el cristianismo ha discernido siempre un importante testigo de la lógica de la creencia. Los cristianos nunca han dudado que, en efecto, ésta se hallaba vacía en el tercer día; las narraciones evangélicas concuerdan en enfatizarlo; (la carga de comprobación) ... descansa no sobre los que sostienen la tradición, sino sobre los que niegan que el sepulcro se hallaba vacío, o explican la ausencia del cuerpo del Señor por medio de alguna teoría racionalista. El sepulcro vacío no es el producto de un candoroso espíritu apologético, un espíritu no contento con la evidencia para la resurrección contenida en el hecho de que el Señor se había aparecido a los suyos y los había vivificado para una nueva vida de victoria... es una parte original, independiente y desprovista de motivos, del testimonio apostólico.
Hechos psicológicos establecidos
Las vidas transformadas de los discípulos
Era por consiguiente imposible que ellos pudieran haber persistido en afirmar las verdades que han narrado, si Jesús no hubiese efectivamente resucitado de los muertos, y si ellos no hubiesen conocido este hecho con tanta certidumbre como conocían cualquier otro hecho. Los anales de las gestas militares muy escasamente podrán presentar un ejemplo igual de constancia heroica, paciencia y valentía intrépida. Ellos tenían todos los motivos posibles para examinar cuidadosamente los fundamentos de su fe, y las evidencias de los grandes hechos y verdades que afirmaban ¿Es que acaso estos hombres que ayudaron a transformar la estructura moral de la sociedad son unos mentirosos consumados o locos engañados? Estas alternativas son más difíciles de creer que el hecho de la resurrección, y no hay ni una brizna de evidencia que las apoye. Miremos la vida cambiada de Santiago, el hermano de Jesús. Antes de la resurrección él menospreciaba todo cuanto su hermano defendía. Pensaba que las reclamaciones de Cristo eran vocingleras pretensiones y que servían únicamente para arruinar el nombre de la familia. Después de la resurrección, sin embargo, Santiago se halla junto a los otros discípulos predicando el evangelio de su Señor. Su epístola describe bien la nueva relación que él tenía con Cristo. Se describe a sí mismo como siervo de Dios y del Señor Jesucristo...(Santiago 1:1).
La única explicación para este cambio en su vida es la que nos da Pablo: "Después Jesús apareció a Jacobo (Santiago) ... (1 Corintios 15:7) El escepticismo de Tomás se manifiesta en la creencia de que la muerte de Jesús sería la muerte de su reino. "Vamos también nosotros, para que muramos con él". El hombre que pronunció estas palabras, en la ocasión en que las pronunció, no tenía esperanza de que Cristo resucitara. Ningún hombre propondría morir con otro si esperase verle de nuevo dentro de pocas horas. Tomás, en ese momento, había renunciado a toda creencia intelectual. No veía posibilidad alguna para Jesús. No creía en su poder físico. Se había formado la idea de que las fuerzas del mundo exterior serían demasiado fuertes para él, que lo aplastarían. Sin embargo, Jesús también se le apareció a Tomás. El resultado fue registrado en el evangelio de Juan, donde Tomás exclamó: "¡Señor mío, y Dios mío!" (Juan 20:28). Tomás cambió de parecer después de ver a su Señor resucitado de la tumba y llegó a experimentar la muerte de un mártir.
Las vidas transformadas a través de 1900 años de historia
Tal como Cristo transformó las vidas de sus discípulos, así los hombres a través de los pasados 1900 años también han tenido la misma experiencia. La singularidad de la conversión cristiana se ha registrado a los largo de la historia.
El hecho psicológico establecido de vidas cambiadas es, entonces, una razón de peso para creer en la resurrección. Es evidencia subjetiva que aporta su testimonio al hecho objetivo de que Cristo se levantó al tercer día. Pues solamente un Cristo resucitado podría tener tal poder transformador en la vida de una persona.
Hechos sociológicos establecidos
La iglesia es un hecho de la historia
La explicación para la existencia de la iglesia es su fe en la resurrección. A través de sus primeros años esta institución sufrió mucha persecución de los judíos y de los romanos. Hubo quienes sufrieron tortura y muerte por su Señor solamente a causa de saber que él se había levantado de la tumba. No habría cristianismo si la creencia en la resurrección no se hubiese establecido y sistematizado. La totalidad de la soteriología y de la enseñanza esencial del cristianismo descansa en la creencia de la resurrección, y sobre la primera página de cualquier relato de dogma cristiano debe escribirse, a modo de lema, la declaración de Pablo: "Y si Cristo no resucitó, vana es entonces nuestra predicación, vana es también vuestra fe. Desde el punto de vista estrictamente histórico, la importancia de la creencia en la resurrección es escasamente menor. Por medio de esa creencia, la fe en Jesús y en su misión llegó a ser el elemento fundamental de una nueva religión la que, después de separarse del judaísmo, llegó a ser opositora de éste, y se empeñó en la conquista del mundo.
El fenómeno del Domingo Cristiano
El día original de reposo y adoración de los judíos era el sábado, pues se decía que Dios había terminado su creación y descansado en el séptimo día. Estaba escrito en sus santas leyes. El Sabath es una de las columnas sobre las cuales descansa el judaísmo. Una de las señales de mayor reverencia en la vida de un judío era el guardar el Sabath. Los cristianos se reunían para adorar el primer día de la semana judía en reconocimiento de la resurrección de Jesús. Estos cristianos tuvieron éxito en cambiar este antiquísimo y teológicamente respaldado día de reposo y adoración por el domingo. Sin embargo, ¡HAY QUE RECORDAR QUE ELLOS MISMOS ERAN JUDIOS! Al tener presente lo que ellos pensaban que sucedería si estuviesen equivocados, ¡esta fue probablemente una de las mayores decisiones que haya hecho cualquier cuerpo religioso! ¿Cómo habríamos de explicar el cambio de la adoración de sábado a domingo sin la resurrección? la mayoría de los primeros cristianos eran de formación judía y habían estado apegados fanáticamente a su Sabath. Se necesitó, por consiguiente, algo extremadamente significativo para cambiar este hábito; ¡la resurrección fue lo que lo hizo!.
El fenómeno de los Sacramentos
La comunión: La cena del Señor es un recordatorio de su muerte, pero en Hechos 2:46 leemos que era un tiempo de regocijo. Ahora, si no hubo resurrección ¿cómo podía haber regocijo? El recuerdo de la comida que condujo directamente a la traición y crucifixión de Jesús, su Señor, habría significado un dolor insoportable. ¿Qué cambió la angustia de la Ultima Cena en una comunión de gozo a través del mundo entero? Se reunían con él en este sacramento. No estaba muerto y desaparecido, sino resucitado y vivo. Y podían celebrar esta muerte de él, conscientes de su presencia de resurrección, hasta su tan anhelado retorno al final de la historia (1 Corintios 11:26). Poseemos una corta oración eucarística de la primitiva comunidad cristiana, procedente de la iglesia original de habla aramea (1 Corintios 16:22 y Didache, 10). Esta es: ¡Maranata! Significa, "¡Nuestro Señor viene!" Cómo podía haber sido ésa la actitud de los primitivos cristianos al reunirse para celebrar la cena del Señor entre ellos es absolutamente inexplicable, a menos que verdaderamente él se hubiese levantado de los muertos al tercer día."
El bautismo: Los cristianos tenían una ceremonia de iniciación — el bautismo. En esto era en lo que se atrevían a volver a diferir del judaísmo. Los judíos continuaban con la circuncisión y los cristianos siguieron el mandato de su Señor respecto del bautismo. Un hombre tenía que arrepentirse de sus pecados, creer en el Señor resucitado y ser bautizado. Ahora, ¿qué simbolizaba el bautismo? ¡Poco duda queda respecto de esto! Pablo explica que un hombre se une a Cristo por medio del bautismo en su muerte y resurrección. Cuando entra al agua está muriendo a su antiguo carácter de pecado y vuelve a salir del agua para compartir una nueva vida de resurrección en Cristo. Nada hay en el cristianismo más antiguo que los sacramentos, y sin embargo, éstos están ligados a la muerte y resurrección de Cristo. ¿Cómo puede uno explicar el significado del bautismo cristiano si la resurrección jamás se llevó a cabo?
El fenómeno histórico de la Iglesia
La institución de la iglesia, entonces, es un fenómeno histórico, explicado únicamente por medio de la resurrección de Jesús. Aquellos sacramentos que el cristianismo observa sirven también como una evidencia continua del origen de la iglesia. Los primeros creyentes que testificaron de la resurrección de Cristo: Eran judíos, y los judíos tienen tendencia a mantenerse firmes en sus costumbres religiosas. Sin embargo, estos hombres observaban el Dia del Señor, un memorial semanal de la resurrección, en lugar del Sabath. En ese día del Señor ellos celebraban la santa comunión, que no era la conmemoración de un Cristo muerto, sino una agradecida rememoración de las bendiciones concedidas por un Señor viviente y triunfante. Su otro sacramento, el bautismo, era un recordatorio de que los creyentes estaban sepultados con Cristo y resucitados con él (Col. 2:12). La resurrección concedía significado a todo lo que ellos hacían.
El ha resucitado, ciertamente ha resucitado
Los más antiguos registros que tenemos de la vida y ministerio de Jesús dan la sorprendente impresión de que este hombre anduvo, no tanto "haciendo bienes", sino que haciéndose un decidido perjuicio a sí mismo. El paralelo con Sócrates en este sentido es fuerte: ambos provocaron el disgusto de sus contemporáneos a tal extremo que fueron condenados a muerte. Pero mientras que Sócrates hizo las veces de un moscardón sobre el grupo gobernante ateniense, exigiendo que sus oyentes "se conocieran a sí mismos" — que examinaran sus vidas que no habían sido examinadas — Jesús aisló a sus contemporáneos forzándolos continuamente a pensar a través de la actitud que manifestaban hacia él personalmente. "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?... Y vosotros, ¿Quién decís que soy yo? ¿Qué pensáis del Cristo? ¿De quién es hijo?" Estas eran las preguntas que hacía Jesús. Cristo dijo claramente quién era él. Le dijo a Tomás: "Yo soy el camino, y la verdad, y la vida; nadie viene al Padre, sino por mi" (Juan 14:6). El apóstol Pablo dijo que Cristo "fue declarado Hijo de Dios con poder... por la resurrección de entre los muertos."
Romanos 1:4
Que fue declarado Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por la resurrección de entre los muertos...
Fuentes: Evidencia que exige un veredicto (Josh McDowell) Introducción a la Apologética Cristiana (Antonio Cruz) La Hermenéutica de los Escritores Bíblicos (Abner Chou) Antigüedades del Historiador Flavio Josefo Fe razonable (Willian Lane Craig) Varios comentarios Bíblicos























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